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lunes, 29 de septiembre de 2014

Sonríe, Por Favor…

La humanidad subestima el enorme poder de una sonrisa. Esta no se encuentra suficientemente valorada, ni ocupa en la historia el lugar que merece. La fuerza de una sonrisa es incalculable y su poder está, sin lugar a duda, totalmente infravalorado en las sociedades modernas.

El diccionario define la sonrisa como el “gesto de curvar suavemente la boca, que indica generalmente alegría, agrado o placer”. A su vez, Wikipedia, entre otras definiciones, señala que sonreír no solo cambia la expresión de la cara, sino que también hace que el cerebro produzca endorfinas que reducen el dolor físico y emocional y proveen una sensación de bienestar.

La mayoría de las personas lo hacen sin pensar; cuando ves al alguien sonreír, la felicidad se pega.

La sonrisa es sinónimo de positivismo, optimismo, confianza, esperanza, alegría. Supone algo tan simple como pretender caminar por un laberinto sin luz o hacerlo con luz certera, iluminando además a otras personas con las que nos cruzamos en el camino.

¿Acaso sabemos si un tratado de paz se hubiera firmado si al estrecharse la mano los dos líderes políticos que lo firmaban no hubieran sonreído?

¿Sabemos si una sonrisa ha salvado vidas o ha evitado una muerte a tiempo?

¿Si alguien, con el solo gesto de sonreír, ha alcanzado metas impensables?


Fuente: El Poder de las Sonrisas. La fuerza Transformadora de un Sueño. De Jaume Sanllorente (Ed. Conecta).

lunes, 1 de septiembre de 2014

Septiembre Suena Tan Bien…

Septiembre es el mes en el que todo empieza sin necesidad de que nada acabe, lo solemos recibir recordando el verano y con ganas de que llegue la Navidad, cuando lo cierto es que entre ambas fechas se suceden muchos días que, sencillamente, nos pueden cambiar la vida.

Hay quien vuelve al mismo sitio y mismo punto del que partió antes de irse de vacaciones, tiene muchas cosas por terminar y quizás incluso tenía ganas de ese regreso; hay quien nunca se marchó, quien ha seguido recogiendo las cartas del buzón y ha sido consciente de los días porque no ha perdido de vista el calendario; hay quien comienza una nueva etapa, nuevo destino, nuevo proyecto, nuevas caras alrededor…

Pues todos, a pesar de las diferentes circunstancias que les rodean, necesitan lo mismo: Mucho ánimo para afrontar el día a día, esa rutina que nos absorbe y que puede sacar lo mejor y lo peor de nosotros… Y mucha esperanza, porque cuando falta no somos capaces de dar un paso y es siempre el inicio de algo grande. Poco a poco nos iremos dando cuenta de qué más vamos precisando y sobre todo a quién, porque hay personas que son ánimo y esperanza.

Es cierto que se acabaron los bocadillos en la playa, las marcas de sal en tu piel, que has guardado las cremas de protección al fondo del armario y que te has puesto el reloj de nuevo para recuperar la noción del tiempo. Es verdad también que ya no podrás aparcar donde quieras cuando salgas, que las horas puntas volverán a ser lo que eran y que tendrás que salir diez minutos ante si quieres llegar cuando debes. Uno y otro verano han llegado a su fin, debemos ir asumiéndolo.

Septiembre es continuar después de un paréntesis en el que todo paró apenas unas horas, días o semanas, pero ahora se ha vuelto a poner todo en funcionamiento… Al igual que hemos vivido este tiempo atrás con la mejor de nuestras sonrisas y empeñados en disfrutar, debemos pensar que estamos en la recta final de un año que, en parte, recordaremos por lo que vivamos en estos meses.

Elige el idioma que quieres hablar, piensa en la canción que te apetece bailar, la voz que  te gustaría escuchar y el sueño que deseas alcanzar. Septiembre me suena tan bien… ¿Y a ti, a qué te suena?

Fuente: @RocioLacave

martes, 1 de julio de 2014

Seguir Adelante


El secreto que guardan todos los corredores es que no corren para su cuerpo, sino para su mente. Te puedes aburrir de tener unas piernas delgadas, pero jamás de tener una mente clara. Unos glúteos firmes, abdominales de tableta de chocolate, la satisfacción de saber que puedes comer un donut de más delante de la tele: estos no son motivos para correr, sino ventajas añadidas. La verdadera recompensa es saber que sales de casa casi temblando de miedo por lo que te vas a encontrar por el camino y que, si no te detienes, si sigues unos minutos, unas cuantas farolas, unos cuantos kilómetros más, no solo mejorarás como corredor, sino que mejorará tu forma de vida.


Los sentimientos de ira o desolación que experimentan los corredores en los momentos de desesperación de una carrera de fondo son reacciones fisiológicas básicas ante la situación. Pero cuando ya has aceptado lo que son y has aprendido a dominarlas, empiezas a creer que todo es posible. Echarte una buena carrera en el momento en que menos te apetece salir de casa tiene la capacidad mágica de sacar a relucir un problema espinoso que te ha estado importunando durante días sin que realmente fueras consciente de ello. O puede provocarte una emoción de una profundidad que nunca hubieras imaginado que fueras capaz de sentir.


Una vez que has tenido la deliciosa experiencia de que puedes continuar incluso cuando estás casi seguro de que estás a punto de morir de llanto entre una multitud de miles de personas, aprendes algo que puedes aplicar a todos los demás aspectos de tu vida. Resulta que para sobrevivir solo tienes que seguir adelante.


Fuente: Correr en femenino (Ed. Urano), de Alexandra Heminsley.

miércoles, 18 de junio de 2014

De Amores y Naranjas Enteras

La mayor parte de las películas, series o novelas tratan del Amor, con mayúsculas, de cómo conseguirlo y cómo lograrlo. Menos se trata lo que viene después. Así, se ha incrustado en nuestras consciencias sensibles ese mito del amor absoluto, fusión eterna e indisoluble, que de alguna manera se expresa en esa peligrosa metáfora mistificada de que cada uno de los cónyuges contribuya la “media naranja”.

Encontrar “su” media naranja, con la dificulta que entraña, es en el fondo una apuesta extraordinariamente peligrosa para cualquiera. Implica apostar, nada menos, no por un ser completo en sí mismo, sino solo por la mitad de “algo” siempre difícil de definir o, lo que resulta más peligroso, solo la mitad dependiente de alguien, que no por casualidad, por historia, tiende a ser el varón.

Cada uno de nosotros nacemos y morimos solos. Somos una vida completa, una naranja y no media. Y dos naranjas completas, frescas y jugosas, se acoplan muy mal entre sí. Si se aprietan se rompen y sale jugo, que se desperdicia, que no nutre a la otra. Siempre me ha resultado curioso el símil, que solo se explica en el supuesto de la renuncia a la mitad de uno. Es la única forma en que las medias naranjas, con una superficie lisa, pueden acoplarse. Pero, entonces, ¿qué se hace con las dos medias que se desechan? La pretensión de recuperar la “media naranja” desechada por alguno de los cónyuges, y no al mismo tiempo, pudiera ser una forma de interpretar parte de los conflictos matrimoniales.


Fuente: Por qué las cosas pueden ser diferentes. Reflexiones de una jueza (Clave Intelectual), de Manuela Carmena.

jueves, 5 de junio de 2014

Deja de Buscar Culpables



A todos nos gustaría arreglar los problemas con soluciones fáciles, definitivas e infalibles. Pero previamente a encontrar soluciones, nuestro cerebro (el cual busca siempre conocer las causas de todo aquello que ve suceder a nuestro alrededor) quiere encontrar culpables, ya sean cosas o personas. ¿Por qué esa búsqueda? Pues porque cuanto más sepamos sobre las causas de los acontecimientos, menos sitio creeremos dejarle al alzar en nuestras vidas y más control nos parecerá tener – de hecho, lo tendremos – sobre lo que nos rodea (…).

Así pues, parece instintivo, casi inevitable, el querer cargar la culpa de cualquier suceso sobre los hombros de los demás, de determinadas circunstancias o de nosotros mismos (…). Da la impresión de que, unas vez encontrado u ajusticiado el culpable, se tendrá la solución. “Muerto el perro, muerta la rabia”, dice la sabiduría popular.

Sin embargo, las cosas no son siempre así de sencillas (…).

Echar la culpa a los demás equivale a que nuestro bienestar no dependa de nosotros, sino de terceros. Si achacamos a los demás y al mundo todas las culpas de lo que nos suceda estaremos renunciando a las múltiples posibilidades y a todo el poder que como seres humanos tenemos. Echar la culpa a los demás es una forma de huida.

Yo no quiero dejar de tener poder sobre mí mismo. Me niego. No quiero que mi felicidad deje de depender, como de hecho depende, de mí (…).

No son ni las tesituras difíciles, ni las situaciones injustas, ni las personas insufribles las que nos hacen sentirnos mal. ¿Ayudan? Por supuesto. Pero somos sobre todo nosotros mismos los que creamos lo que sentimos.

Fuente: Ser feliz es fácil. La felicidad se puede aprender, de Clemente García Novella (Ediciones B).